Roxana Carabajal │ Magma Música 02
Revista Magma Musica Nº02
Por José María Gómez Santa Cruz
La raíz de uno, no se pierde nunca...!
Quiénes fueron los pioneros en Santiago del Estero, a nivel musical?
Principalmente Don Andrés Chazarreta*, después Julio Argentino Jerez*, los hermanos Simón*, en la segunda camada ya venía mi papi, Carlos Carabajal*, con Agustín Carabajal*, quienes traían el folklore santiagueño aquí a la Capital. Para ellos era muy importante el sueño, el ideal de hacer conocer la chacarera, en ese momento una de las peñas más conocidas era “El Palo Borracho”, te estoy hablando de la época de los 70, ahí tenía un lugar nuestra familia…
¿Qué recuerdos te vienen a la mente?
Cuando pisé por primera vez un escenario con mi papá, a mis 9 años, fue cuando él abrió su propia peña, que se llamaba “La Chacarera”, en ese lugar canté mi primer escondido, que se llama “Aquel tiempo de la infancia”… recuerdo que estaba muy nerviosa y emocionada, tenía una mezcla de sensaciones muy rara de explicar, realmente mi canto era más un grito… Cuando escucho mis grabaciones de niña, descubro que gritaba y no era afinada, pero parece que ese grito de tierra, era lo que más le llegaba a las personas.
¿Qué cosas ayudaron a tu crecimiento, en tu carrera?
El crecimiento ha sido desde la práctica, rodeada de bombos legueros, de instrumentos autóctonos, de cantores sacheros que son los cantores del monte. Todo eso enriquece el alma y el espíritu de uno. Lo importante es llevarlo a la vida cotidiana y trasladarlo a la gente.
¿A que edad te venís a vivir a Buenos Aires?
A los 17 años, que es cuando empiezo con Peteco Carabajal. Él ya vivía en Buenos Aires, fue una situación necesaria porque empezamos a ensayar, a grabar los discos, ahí lo empecé a tomar como algo profesional, tampoco pensé que esto iba a ser mi carrera, todavía estaba terminando el secundario, pero se dio así, con suerte, mucho trabajo y de la mano de Peteco, que ya tenía cancha.
¿Vivías sola?
No, sola nunca he vivido, no podía, ¡me daba miedo! No podía concebir estar encerrada en un departamento y sola. Primero viví con una tía en Constitución, después vino una íntima amiga mía y juntas alquilamos un departamentito por Barrio Norte. A los 21 años conocí a Sebastián y me fui a vivir con él, quien es el papá de Lautaro, mi primer hijo; hasta que me separé hace unos cinco años atrás.
Al principio cuando vivías con tu tía, ¿cómo subsistías, ya tenías shows, tenías otro trabajo?
Con Peteco ya tenía un sueldito, pero no podía vivir solamente de la música, no me alcanzaba, pero de todas maneras tenía la ayuda de mis viejos, de mi tía, que ahí compartíamos las cosas básicas. Luego empecé a trabajar en un Laboratorio químico, que era de un amigo de Peteco y de mi padre, ahí trabajaba desde las 6 de la mañana hasta las 4 de la tarde, pero solo duré cuatro meses, porque además coincidió con los ensayos para presentación del segundo disco de Peteco… yo ya tenía las ojeras por el piso, como será la situación, que el mismo dueño me dijo –no, no vas a poder seguir con esto, yo se que necesitas laburar, pero tu salud es lo más importante-, además yo tenía la responsabilidad de poner el medicamento en la caja adecuada, ¿te imaginás si metía otro medicamento en otra caja?
Ibas a salir en los diarios, pero no por la música…
Tal cual, era mucha responsabilidad, la gente tiene que estar muy descansada para hacer esto. De ahí en más, ya definitivamente me dediqué de lleno a tratar de vivir de la música.
¿Cuándo nace tu carrera como solista?
Fue una consecuencia, fue a partir de seguir creciendo, aprendiendo mucho, cultivando muchas experiencias con la música y el folklore de la mano de Peteco. Yo puedo realmente decir que he recorrido el país de punta a punta, de Ushuaia a la Quiaca, todo esto me sirvió para seguir asentándome y creciendo como persona, tanto en lo profesional como en lo emocional.
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martes, 16 de septiembre de 2008
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